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Jueves, 12 Marzo 2015 00:00

El Portugal clandestino

Escrito por 

Con unos impuestos disparados hasta el 24% del IVA y uno de los salarios mínimos más bajos de la eurozona, Portugal lidera el ranking de economía sumergida de la Unión Europea. ¿Pero cuáles son los motivos para que los portugueses prefieran escapar del fisco? ¿Qué ha desatado el incremento de las contabilidades en B en los últimos años? Las dos caras de una misma moneda en Portugal.

Desde que comenzaron a contabilizarse los datos de la economía sumergida en Portugal, hace ya más de tres décadas, ésta ha aumentado considerablemente desde el 14% del total del PIB del país luso hasta la vertiginosa cifra del 26,8%, suponiendo más de 46 millones de euros, según el Observatorio de Economía y Gestión del fraude de la Universidad de Oporto, quién también cifra ese importe como el coste del 60% del rescate fiscal que recibió el país.

Con un salario mínimo de 505 euros brutos, la suma del 24% de IVA y unas cotizaciones a la Seguridad Social imposibles, han  creado un caldo de cultivo para que, tanto pequeños autónomos como clientes, opten por ahorrarse un dinero al no solicitar la factura. ”Para nosotros no es economía sumergida, es economía de supervivencia. Si el Estado sigue abusando de los más indefensos no es de sorprender que muchos quieran prescindir del Estado”, asegura João dos Santos, un ciudadano lisboeta.

“Portugal parece un capítulo surrealista de Los Simpsons”, confiesa Bruno Gómez, un estudiante de Ciencias Políticas, y no es para menos, ya que la solución antifraude del Gobierno consiste en regalar coches de alta gama. El Ejecutivo considera que así incentiva a los ciudadanos para que soliciten las facturas en sus compras. Cada 10 facturas los portugueses optan al sorteo semanal de un coche de lujo que según datos del Gobierno luso considera que esta medida mejora el sector automovilístico. “¿Me puedes decir tú si no tengo apenas para comer como mantengo un coche de lujo?”, critica Bruno. Y no es el único, ya que la medida no parece bajar los datos de economía sumergida del país vecino. “En vez de gastarse el dinero en coches que den ayudas fiscales o rebajen impuestos”, sentencia.

Restaurantes, peluquerías y hasta agencias de viajes. Los negocios dentro de casa se extienden por todo el país, pero los portugueses no son los únicos que se aprovechan de esta clandestinidad, los chinos han llegado para apretar más las tuercas. Con unos precios ridículos, ajenos a ningún control del Estado, pueden trabajar prácticamente 24 horas y todo sin salir de casa.

Donde lo ilegal es lo normal

En el barrio de Anjos, donde se concentran gran parte de los negocios clandestinos chinos en Lisboa, nadie dice nada pero todos saben en qué portal y en que piso se encuentra casi cualquier negocio que se quiera buscar. En el primero un restaurante de comida asiática que no tiene ningún control sanitario, lo cual no impide que en hora punta este lleno de gente joven. En el segundo un centro de estética y en el tercero hasta una agencia de viajes y todos ellos llenos de clientes debido a sus bajos precios.

Desde el Ayuntamiento no quieren pronunciarse al respecto, pero comerciantes de la zona en situación legal, como el dependiente de una zapatería de la zona, se quejan de que no se toman medidas contra la competencia desleal: “No puedo competir con sus precios y la policía no hace nada, al final o me uno a ellos o cerraré”

Aun así, el negocio más rentable en la clandestinidad portuguesa sigue siendo la droga y la prostitución. Los pisos de la droga están distribuidos por prácticamente toda la totalidad de la ciudad, con un flujo constante de adictos a la heroína. Es más fácil encontrar esta sustancia que una chocolatina al llegar a ciertas horas de la noche. “Lisboa es la Ámsterdam del sur”, dice entre risas uno de los vendedores de hachís del centro. Y es que el negocio es sencillo, los vendedores llevan consigo pequeñas cantidades de varios tipos de sustancias y sin alejarse mucho de la casa que les distribuye ofrecen a casi la totalidad de los viandantes que compren sea cual sea la hora y sin importar lo céntrica o no que este la plaza. Una nueva forma de ganarse la vida, ya que los vendedores entran y salen de las casas, las cuales también venden directamente al cliente.

La prostitución en Portugal está siendo algo más perseguida o más bien enmascarada ya que solo en ciertas calles es visible la presencia de las trabajadoras del sexo. “Antes todo el barrio estaba lleno de prostitutas en la calle, ahora tienes que subir a las casas directamente”, confiesa João dos Santos del barrio de Anjos.

Mientras, se siguen apretando las tuercas con los recortes de la troika se asienta de forma paralela una realidad social y económica que lejos de extinguirse se está enraizando fuertemente, la cultura de lo ilícito no es más que la punta del iceberg de un problema más serio en el que la sociedad está perdiendo el miedo a la falta de control y seguridad estatal. Acostumbrados a estar indefensos y desamparados se crea un hábito, que borra de sus mentes el peligro de la clandestinidad.

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