Y es que muchas son las obsesiones y tabúes que yacen en el subconsciente colectivo de la sociedad británica: el racismo, el sexo, la clase social, la homosexualidad, el alcohol,... Reminiscencias de la época victoriana que ahora quedan ocultas bajo una capa de lo que podríamos llamar 'lo políticamente correcto'.
Pero cada vez que el latido se hace grito el eco resuena en los medios con una fuerza que sacude los cimientos de la opinión pública. El último escándalo tuvo lugar en el pasado derbi londinense entre el Tottenham y el West Ham. Los hinchas locales, cuya vinculación con la comunidad judía es de sobra conocida, sufrieron abuso verbal antisemita por parte de algunos aficionados del West Ham. Éstos se burlaron del apuñalamiento días antes de un joven 'Spur' a manos de simpatizantes radicales del Lazio, conocidos por no disimular su ideología fascista y xenófoba.
Además, cánticos en favor de Adolf Hitler y siseos imitando el sonido de las cámaras de gas, también resonaron en las gradas de White Hart Lane. “Es pura estupidez; no hay otra explicación”, aseguró el técnico del Tottenham, el portugués André Villas-Boas, que se erigió como portavoz del club. “Valoro muy positivamente la rapidez con la que ambos clubes, así como la Federación [FA] y la policía, han actuado al respecto”, añadió.
En el Reino Unido las instituciones tratan de atar en corto casos como este lo antes posible. La policía, como hace habitualmente, abrió una investigación en el momento y los demás organismos responsables, en este caso la FA -The Football Association-, también suelen actuar con gran rapidez. Sin embargo, el problema de fondo parece más difícil de abordar, ya que los escándalos saltan demasiado frecuentemente.
Episodios similares ocupan muchos minutos de televisión y páginas de periódico en Gran Bretaña. Este es el caso del incidente que desde hace varios meses persigue al central del Chelsea John Terry. Hace poco más de un mes conocíamos la sanción definitiva que la FA impuso al jugador inglés -4 partidos por insultos racistas a Anton Ferdinand-, proceso que ha acaparado muchos focos en este lado del Canal.
Y apenas unas semanas después el árbitro Mark Clattenburg era acusado de dirigirse en términos racialmente abusivos a dos jugadores del Chelsea. Alegaciones que luego fueron retiradas pero que ponen de manifiesto el histerismo al respecto.
Según datos del gobierno, en Gran Bretaña se producen al año alrededor de 50.000 incidentes con tintes xenófobos. Una portavoz de la ONG 'Show Racism the Red Card', afirma que, sin embargo, “el número de incidentes racistas de los que se tiene constancia son sólo la punta del iceberg”, y aseguran estar detectando un reciente incremento en el número de casos de este estilo, que se muestran especialmente en forma de islamofobia o de rechazo hacia gitanos o inmigrantes provenientes del este de Europa.
Pero no sólo es el racismo un tema latente. En los últimos 3 meses varios escándalos sexuales se han abierto paso a bombo y platillo en los medios británicos. No se libran políticos ni religiosos, pero el caso más sonado fue el de Jimmy Savile: un carismático presentador de la BBC, ya fallecido, que, como sólo ahora se ha sabido, abusó de decenas de adolescentes durante los setenta y los ochenta. Los hechos ocurrieron en los mismos estudios de la prestigiosa cadena, donde las jóvenes acudían para participar en los programas de Savile.
Los hechos no encajaban con la supuesta 'liberación sexual' de aquellos años, y la BBC decidió ocultar la historia. No obstante, sorprende que, a día de hoy, la opinión generalizada del público británico no difiera mucho del parecer que en su día tuvo la todopoderosa compañía. Este es el caso de Jane Haviland, que nos asegura que no era adecuado que esta historia se diera a conocer: “[Jimmy Savile] ya murió; no había necesidad de que saliera a la luz ahora”.