Una misma imagen repetida en la última semana hasta en las poblaciones más recónditas del país germano: entre luces, cánticos y un discurso del alcalde… ¡queda inaugurado oficialmente el Weihnachstmarkt! Los vecinos de Leipzig dejan a un lado la habitual compostura y se emocionan ante la apertura de su tan querido mercado de Navidad, que se da cita en la ciudad desde 1458. Los niños corretean curiosos entre las casetas de madera para ver qué nuevos juguetes pueden incluir en sus cartas al Weihnachtsmann (Papá Noel). Mientras los adultos se deleitan con las impecables piezas artesanales a la vez que combaten los grados negativos que marca el termómetro con la bebida típica de la época: el Glühwein (vino tinto caliente con hierbas aromáticas).
El ambiente festivo que respiran las calles contrasta con la habitual imagen desértica que éstas mostraban hace escasos días, y es que Leipzig da la bienvenida por todo lo alto al momento más esperado del año: la Navidad. Pasear por el casco antiguo de la ciudad hace que uno se sienta como el protagonista de un cuento gracias a la vivacidad de los colores que lo envuelven. Una atmósfera embriagadora que cautiva el oído del caminante con las canciones del coro de Santo Tomás y que desprende olores dulces: manzanas recubiertas de chocolate, garrapiñadas, caramelos, algodones de azúcar… ¡Un festival para los cinco sentidos!
Y si hay algo que sorprende al turista son las lebkuchen, un pan de especias en forma de corazón con variopintas inscripciones coloridas. Desde hace dos años Ingo Westenberg es la encargada de uno de los puestos de lebkuchen de la calle principal de Leipzig (Peterstraße). Westenberg cuenta que “es típico en Alemania que los chicos regalen a sus enamoradas una galleta en forma de corazón como símbolo de su amor”. Aunque parece una costumbre puramente navideña añade risueña: “Las lebkuchen se regalan en cualquier época del año y ya no tan sólo a las novias, sino también a las madres, familiares o amigos”.
Sin duda, a pesar del frío, una visita a los Weihnachtsmarkts alemanes es bien merecida y más si se ameniza con una buena taza de chocolate caliente mientras se observa cómo caen los copos de nieve a ritmo de música celestial.