×

Advertencia

JUser: :_load: No se puede cargar usuario con el ID: 864

JUser: :_load: No se puede cargar usuario con el ID: 851

Martes, 27 Noviembre 2012 20:36

La ciudad de los libros es Milán

Escrito por  Elena Paredes

La ciudad está invadida por las letras, los libros, las palabras. Llena de folletos aquí y allá, siempre debajo del brazo o en la mano, revisando la hora, confirmando el lugar, esperando al autor o autores. Las paradas de metro se convierten en atriles, las cafeterías sirven café, pastas y descripciones. De Milán y de la vida, que al fin y al cabo, es lo que guardan los libros. Una visión de la vida, particular de cada escritor. De eso se ha hablado en el BookCity este fin de semana en la capital de la Lombardia, Milán. Y de mucho más.

Lo más parecido en España es el Festival Eñe, que ha coincidido en fechas con el BookCity: el fin de semana, del 16 al 18 de noviembre. Ambos representan un canto al libro, un intento por acercar a autores, editores, ideas, reflexiones. Para hacer accesible todo aquello que normalmente está cerrado a las élites intelectuales, porque quizá tampoco interesa demasiado al resto, o no. Porque las salas estaban llenas, de jóvenes y no tanto. De gente curiosa y gustosa de oír un rato a los escritores que se esconden detrás de las historias y de un escritorio, de una pluma, un papel y una mesa.

Sin embargo, no es lo mismo. No tienen nada que ver. El Festival Eñe se ruborizaría ante la envergadura del BookCity de Milán, aunque para nada hay que despreciar la labor, bajo pago, del Instituto Cervantes y del Ministerio de Educación. Mientras que el español sólo se celebra en dos sitios, vecinos además, el Círculo de Bellas Artes y el Instituto Cervantes, el BookCity de Milán, en su primer año de celebración, es un despliegue de eventos por toda la ciudad. Lo más difícil del fin de semana pasa a ser qué elegir, adónde ir, qué hacer, qué ver. El agobio se hace patente desde el primer momento en el que aparece la lista de más de 300 actividades, presentaciones, conferencias, desayunos, lecturas, etc, etc…

Allí, aquí. En cualquier lugar podía haber una charla sobre Degas o sobre el periodismo latinoamericano. Un ciclo sobre la cultura judía en la Sinagoga Central, David Grossman, editores dando consejos, una lectura en el metro de poemas, de retratos, un altavoz a las palabras. Umberto Eco en el Castello Sforzesco, trapecios sobre libros o libros sobre trapecios circenses. Hasta Mario Monti se pasó por Milán para hablar sobre aquello que llena las portadas de los periódicos, Europa e Italia.

El viernes, fue imposible. Recorrerse la ciudad, llegar tarde y los aforos limitados son una condena para quien aún no se maneja bien por la ciudad italiana. Pero el sábado comenzaba bien: Un desayuno a las diez de la mañana y el recuerdo de Milán entre páginas de libros que se revivía en la voz de dos actrices, mientras los presentes tomaban café, pastas, un zumo de naranja. Con textos de Hemingway, Proust, Savinio, Stendhal, Orlese comenzaba un día ajetreado, pensando, cuando sonaban los últimos aplausos, en la siguiente actividad para hacer.

Y lo siguiente era lo obligado, lo patriótico: Albert Espinosa venía a presentar su libro, “Si me dices ven, lo dejo todo… Pero dime ven”. Alguien agradable, alguien tranquilo. Nada de nervios, una conversación entre amigos, comenta lo encantado de estar en Milán, aunque le hubiera gustado ver la nieve sobre el Duomo, como en la película de “Rocco y sus hermanos”, de Visconti. “Ahora iré un poco por el Duomo, a inspirarme con todo aquello que sabes que Visconti pisó y Alain Delon. Creo que es bonito venir un fin de semana a Milán, es una ciudad que a mí me gusta, me recuerda en cosas a Barcelona, con lo cual me hace sentir bien. Y ojalá hubiera nevado, porque sería muy parecido a la película, pero después de oír durante la conferencia que “ojala no nieve” me parece que no tenemos el mismo concepto bucólico de la nieve”.

Camiseta amarilla y sin quitarse el abrigo, bajo las miradas atentas de los allí asistentes, más bien pocos, con el libro de Espinosa encima de las piernas, hablaba de su libro, de sus obras de teatro, de sus ‘Pulseras Rojas (y de Spielberg) y de sus costumbres: “Yo creo que se puede mejorar el mundo. La gente parece como que está saturada de la gente y ya tiene su núcleo de amigos y de gente cercana lleno. Creo que cada equis tiempo tienes que hacer una limpieza y quitarte gente que no es que no te aporte por aburrimiento, es que no te aporta  emociones”.

Atrás se queda la charla con Espinosa, lo dejamos rememorando a Visconti y el realismo italiano de los cincuenta y andamos por la noche de Milán, fría y húmeda. La siguiente parada es en Loreto, en Corso Buenos Aires. El Teatro Elfo Pucini acoge a las nueve a Paolo Giordano, uno de los escritores insignia de la literatura italiana hoy en día. Gran éxito tuvo con ‘La soledad de los números primos’ (Salamandra, 2009), traducido a 23 idiomas, y ahora ha vuelto con ‘Il corpo umano’, una novela cuya inspiración viene de una visita de Giordano a las tropas italianas en Afganistán.

En el Teatro, aparte de presentar el libro, se lee, se escucha. La convocatoria es para una performance entre Paolo Giordano y un dúo musical de experimentación, Plus. Una historia de amor entre la música y la palabra, una banda sonora a la voz de Giordano, que interpreta a sus personajes, a su propia historia vivida en sus días en Afganistán.

Con los ojos cerrados, viajan mejor las ideas y a veces, los días. Se pasa al domingo, el último día de la vorágine. Las redes sociales del BookCity ya se llenan de anécdotas y fotos, el cansancio es palpable. A las 11, tendrá lugar uno de esos actos esperadísimos, una expectación que llena el Teatro Franco Parenti: Salman Rushdie, escritor de ‘Los versos satánicos’, libro que tras su publicación produjo un tremendo revuelo en el mundo musulmán, tanto, que en 1989 fue condenado a muerte por el ayatolá Jomeini (fatwa) y se ofreció una recompensa por su muerte. En Reino Unido, país en el que habita desde su adolescencia, se le dio una identidad falsa y una protección al nivel de la Reina de Inglaterra. Esta polémica y sus diez años de clandestinidad son la sinopsis de “Joseph Anton”, título que viene del nombre que utilizaba para mantenerse oculto: Joseph, por Conrad, Anton por Chejov.

Entrevistado por Mario Calabresi, director de La Stampa, Salman Rushdie se mostraba jocoso y alegre. Hablaba sobre la libertad, que para él es poder hacer esas pequeñas cosas normales, como salir a dar un paseo por la mañana o tener llaves de su casa. Se vio obligado a abandonar su casa, con un hijo pequeño, y a cambiar drásticamente de vida, a dejar sus hábitos como escritor y dedicarse a la escritura en cualquier sitio posible “menos en los restaurantes y en los lugares públicos. Pero si hubiese seguido pensando que necesitaba mi lugar de siempre para escribir, lo habría dejado”.

La libertad de expresión es una de las bases de la literatura de Rushdie y su entrevista con Calabresi terminó con la lección que aprendió con la publicación de ‘Los versos satánicos’: “Si defiendes los valores, si tienes la voluntad, al final, ganas la batalla. Tenemos que defender el libro contra el ataque”.

 

 

Visto 2052 veces

Deja un comentario

Los comentarios están sujetos a moderación, por lo que pueden tardar un poco en publicarse o rechazarse.

Buscar

@infoactualidad_

¿Qué comemos hoy?

 
Ciencias de la Información

<PRIMEROS>

Hamburguesas con patatas

Alitas de pollo

Merluza en salsa

<SEGUNDOS>

Gazpacho 

Paella mixta 

Ensaladilla rusa

  

Infoactualidad no recaba datos personales de ningún tipo, pero emplea cookies para contar las visitas. La navegación por el sitio significa aceptar este uso.