El grueso del motor económico italiano, el turismo, comienza a erosionarse a la par que sus monumentos. Aunque la inclusión de Pompeya, el 2º lugar más visitado en Italia, en la lista de patrimonio de la humanidad en peligro parece no haber pillado desprevenido aquí a nadie. Los numerosos derrumbamientos de domus (casas romanas), la creciente vegetación que está invadiendo los edificios y el deterioro de los mosaicos (donde se pueden encontrar hasta graffitis), han servido para advertir de la grave situación del yacimiento a los técnicos de la Unesco.
Debido a que el presupuesto del Ministerio de Bienes y Actividades Culturales se ha visto reducido a la mitad en lo que llevamos de lustro, han surgido nuevas formas de financiación. En Salerno, la segunda ciudad más grande de la Campania, la gestión de los bienes culturales no solo la lleva el Ministerio sino también asociaciones auto-gestionadas. “Italia es un caso muy particular, el patrimonio histórico es inmenso, por lo tanto no es raro encontrarte en las ciudades con asociaciones culturales al mando de los museos, asociaciones que no reciben un duro por supuesto” explica Rosella Lucano, arqueóloga que gestiona junto a su asociación cultural el Museo Provincial de Salerno.
Con la crisis han brotado también modelos de financiación polémicos. Diego Della Valle, un importante empresario del calzado en Italia, quiere invertir 25 millones de euros en restaurar el Coliseo de Roma. Inversión que recuerda a la figura medieval del “mecenas” y que pasaría los derechos del monumento más visitado al año (después de la torre Eiffel) a manos privadas, con la posibilidad de buscarle rentabilidad publicitaria al monumento. “Es evidente que en este país no sabemos gestionar nuestro patrimonio, Pompeya es el ejemplo, cualquier ayuda que sirva para mantener nuestra riqueza cultural será bienvenida, aunque cuelguen publicidad en las paredes del Coliseo” opina Lucano.
El Coliseo es una fabrica de hacer dinero, pese a que solo 800.000 de los 5 millones recaudados al año se destinen a su conservación. Pero también hay quién piensa que Italia se encuentra desamparada por la comunidad internacional en la gestión del patrimonio, que no pertenece a los italianos sino a la humanidad. “Yo soy de las que opina así, aunque hoy nos saquen los colores a los italianos con el ultimátum de la Unesco, nos ayuda a dar la voz de socorro a la comunidad internacional. La esperada subvención de 105 millones de la U.E a Pompeya va a servir de bálsamo.” añade la arqueóloga.
Las últimas amenazas que han rodeado la urbe romana han sido las manifestaciones de sus trabajadores que ven cada día sus medios y sueldos más reducidos, y un escándalo relacionado con la construcción de un centro comercial sobre las ruinas de una zona artesanal romana a las a fueras de Pompeya (donde los medios nacionales señalan a la Camorra como beneficiarios de la operación). “La falta de recursos en el sur de Europa trae consigo los recortes laborales, y nuestro sector que para el Gobierno no es de importancia vital lo está sufriendo bastante. Lo del centro comercial es un absoluta vergüenza, pero así funcionan muchas cosas bajo los intereses de los corruptos en nuestra región y la situación no parece que vaya a cambiar en mucho años...” sentencia Lucano.
Mientras, se pone el sol sobre la antigua metrópoli romana y aunque el Vesubio siempre duerme inquieto, la mayor amenaza de Pompeya al amanecer no es el volcán sino la custodia de sus nuevos inquilinos.