Alemania, primera economía de la Unión Europea, ya tiene un salario mínimo interprofesional (SMI) de 8,50 euros la hora. De este modo, en una jornada de ocho horas diarias, el salario mínimo mensual alemán se situará en los 1.360 euros. Esto es todo un hito, pues hasta la firma del acuerdo con el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) el pasado miércoles 27, no existía ninguna norma que lo regulara. Consecuentemente, algunos sectores como el de construcción o gestión de residuos habían establecido las remuneraciones mínimas de sus trabajadores mediante salarios mínimos sectoriales que se revalorizan de forma regular.
Hasta el momento se decía, a modo de máxima callejera, que todo aquel sueldo inferior a 9,15 euros la hora se consideraba “bajo o muy bajo”. A día de hoy, uno de cada cuatro trabajadores percibe sueldos por debajo de esta cantidad. Es más, algunos sectores como el de limpieza, cobran incluso menos de 5 euros por hora y cerca de ocho millones de ciudadanos trabajan con 915 euros al mes.
De este saco de ocho millones de trabajadores, “unos 4,1 millones cobran menos de 7 euros la hora; 2,5 millones menos de 6 euros la hora y 1,4 millones menos de 5 euros la hora” – según afirman desde elPeriódico.com. Estas cifras, unidas a las que publicó el pasado 23 de octubre la Oficina Federal de Estadística (Destatis), llamaron al pánico. Teniendo en cuenta que en Alemania se es pobre si se gana menos de 952 euros, desde Destatis se afirmaba que una quinta parte de la población alemana –cerca de 16 millones de personas– vive en condiciones de pobreza o están al borde de la marginalidad social.
Por ello, la creación de un salario mínimo interprofesional de 8,50 euros por hora trabajada se convirtió en una de las exigencias claves del Partido Socialdemócrata alemán (SPD), liderado por Sigmar Gabriel, para formar una coalición con el Partido Cristianodemócrata (CDS) que lidera la canciller alemana, Angela Merkel. Y lo ha conseguido mediante un contrato de 185 páginas. Páginas, en las que además de pactar un sueldo mínimo, se han zanjado temas como la doble nacionalidad para los hijos de inmigrantes nacidos en Alemania, mayor inversión en educación e infraestructuras o la reforma relativa a la paridad de sueldos entre mujeres y varones.
Pero la situación es más complicada de lo que parece. La reforma se ha conseguido, sí, pero todavía hay vacíos que causan recelos en los diferentes sectores. Vacíos como no saber cómo se va a financiar el incremento del gasto público (cerca de 20.000 millones de euros) ni cómo imponer peajes para vehículos extranjeros (norma incorporada al acuerdo por la bárbara CSU) sin incumplir la normativa europea.
Los jóvenes alemanes, por lo general, estaban a favor de esta reforma. Un estudiante de la Facultad de Deportes de la Universidad de Leipzig comentaba que “es necesario para que no haya desigualdades. Hay que asegurar un sueldo mínimo”. Otra joven berlinesa residente en Leipzig añadía que “ya era hora de que el salario fuera una exigencia”. Pero no solo ven esta reforma positiva en Alemania. En Holanda, por ejemplo, la estudiante española María García Zornoza afirma que “Alemania como uno de los grandes motores de la Unión Europea debe dar ejemplo en este tipo de cosas porque se trata de uno de los derechos que todos los trabajadores tendrían que tener garantizados”.
Con la incorporación de Alemania, ya son 21 los países de la Unión Europea que tienen un salario mínimo interprofesional (SMI). Eso sí, salario que según los últimos datos de Eurostat publicados el pasado mes de julio, queda por debajo del francés –1.430 euros mensuales por 35 horas trabajadas–, el belga –1.502 euros– o el luxemburgués –1.874 euros. Suiza, Austria o Suecia entre otros están a la cola. En España, el SMI para cualquier actividad vigente desde el 1 de enero de 2013 queda determinado en 21,51 euros/día o 645,30 euros/mes con dependencia de que el salario esté fijado por días o por meses.