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Sábado, 30 Marzo 2013 01:00

Siria, escenario mortal para la libertad de prensa

Escrito por  Cristina Alonso

Miembros de las Fuerzas Kurdas de Autodefensa de una de sus bases improvisadas en

Serekaniye el 31 de diciembre de 2012. Foto cedida por el fotógrafo Guillem Valle


Olivier Voisin ha sido el último profesional de la comunicación fallecido en este cementerio de periodistas que es Siria. El pasado 21 de febrero el fotógrafo francés, de 38 años, resultó gravemente herido como consecuencia de la explosión de un obús mientras cubría las operaciones de un grupo armado de la oposición siria en la región de Idlib, en el norte del país. Tres días después, el Ministerio de Exteriores francés confirmaba su fallecimiento en el hospital internacional turco de Antakya, donde fue intervenido.

Según Reporteros Sin Fronteras (RSF), con el fallecimiento de Voisin asciende a 23 el número de periodistas que, desde marzo de 2011, fecha del inicio del conflicto en Siria, han perdido la vida en el ejercicio de su profesión en este país. A esta cifra debemos sumar el más de medio centenar de periodistas ciudadanos que han fallecido por actividades relacionadas con la recopilación y la difusión de información. Cifras más alarmantes aun si cabe, teniendo en cuenta que los datos de RSF sobre muertes de profesionales de la comunicación se limitan a contabilizar los fallecimientos por causas profesionales probadas. Malén Aznárez (Presidenta de RSF España) afirma: “Siempre el número es bastante mayor porque hay otros que no hemos podido comprobar o que se comprueban más adelante”.

Hace ya dos años que estalló en Siria una guerra civil, consecuencia de las primeras manifestaciones populares en Damasco contra el régimen de Bashar Al-Assad. Hoy, dos años después, el conflicto parece lejos de alcanzar una solución. Mientras la mediación internacional se frustra en los intentos de pacificación, el país se desangra.

Desde el levantamiento del pueblo sirio en marzo de 2011 en demanda de democracia, reflejo de la Primavera Árabe, el conflicto ha dejado más de 70.000 muertos, según afirmó la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, el pasado mes de febrero durante un debate en el máximo órgano de decisión de la ONU sobre los conflictos armados y la protección de la población civil. En palabras de Pillay: “La falta de consenso sobre Siria (en el Consejo de Seguridad) ha sido desastrosa y los civiles están pagando el precio”.

Efectivamente, es la población civil la que soporta los horrores de la guerra. Pero las autoridades sirias ejercen también una firme represión contra los profesionales de la comunicación, tanto sirios como extranjeros, que se juegan la vida por llevar a cabo una cobertura del conflicto sobre el terreno. Más de una veintena de periodistas fallecidos convierten a Siria en un escenario mortal para la libertad de prensa, un agujero negro y opaco en el que se ve frustrado cualquier intento de transparencia informativa.

Si el Informe Anual 2012 de la Libertad de Información (http://www.rsf-es.org/grandes-citas/informe-anual-/) mostraba un panorama desolador en Siria - con 18 periodistas, 46 internautas y periodistas ciudadanos y 4 colaboradores asesinados, y 21 periodistas, 1 colaborador y 18 internautas encarcelados- no parece que en 2013 las cifras vayan a menguar en este país.

Las autoridades continúan deteniendo arbitrariamente a aquellos que se atreven a hacer oir su voz. Son muchos los periodistas, fotógrafos, blogueros, periodistas ciudadanos y demás profesionales de la comunicación arrestados y condenados por la “publicación y difusión de información destinada a debilitar el espíritu y el honor de la nación”, según las autoridades sirias.

Las acciones represivas del régimen de Bashar Al-Assad y de algunos grupos armados opuestos al régimen, contra los profesionales de la comunicación están a la orden del día en Siria: retirada de acreditaciones, salida forzada del país de corresponsales extranjeros, acoso y presión constante a los periodistas que permanecen en territorio sirio, obstaculización de las investigaciones, agresiones, detenciones, secuestros y, lo más grave, asesinatos deliberados de periodistas e informadores. Todas estas, acciones que hacen de la labor de recabar y difundir información en este país un verdadero sacrificio nunca exento de riesgo, sobre todo, del riesgo de perder la vida.

Infoactualidad ha tenido ocasión de hablar con algunos de los periodistas, fotógrafos y reporteros freelance españoles que, durante los dos últimos años, han llevado a cabo su labor como informadores en la cobertura del conflicto sirio.

Periodistas Marie Colvin y Remi Ochlik, fallecidos en Siria

Un Mundo en Guerra

El periodista Antonio Pampliega invita desde su blog unmundoenguerra.wordpress.com a acompañarle a un “Mundo en Guerra que apenas tiene cabida en los medios de comunicación”. Desde esta tribuna, Pampliega pretende enseñarnos “ese otro mundo que también existe y donde la línea que separa la vida y la muerte se rige a golpe de kalashnikov...”

Desde ese mundo, desde Siria, nos transmite sus impresiones acerca de la figura del periodista en la cobertura del conflicto armado: “Siria, como en otras guerras, se ha convertido en un peligro para los periodistas porque se nos persigue y se trata de impedir que realicemos nuestro trabajo. Al-Assad nos puso en la diana y desde entonces el número de informadores que han fallecido cubriendo el conflicto no para de crecer. Solo se puede acceder a la información a través de la entrada ilegal o con visado, pero el régimen escoge muy bien a quien dárselo”.

No obstante, la valoración que hace Pampliega de su experiencia en Siria es muy positiva y asegura que está más que satisfecho con la cobertura que ha llevado a cabo durante los 9 meses que ha estado trabajando en este país.

En cuanto a la protección, considera que los chalecos antibalas y cascos proporcionados por RSF no son suficientes, y que en muchas ocasiones, se ven obligados a trabajar sin ellos, pero sentencia: “… es una guerra, sabemos a lo que nos exponemos”.

De periodista objetivo a objetivo militar

El fotógrafo catalán Guillem Valle (http://www.guillemvalle.com/) ha estado trabajando como freelance en el Kurdistán sirio, una zona de relativa calma.

Para Guillem y su equipo, lo más peligroso es viajar por el interior de Siria para llegar a la zona del Kurdistán: “Aquí la seguridad te la dan tus contactos y tu labor de preproducción, es una cuestión que no depende de que trabajes con un medio o vayas por libre. Si tienes un medio detrás ciertas cosas se facilitan, pero no nos olvidemos de que estamos en uno de los países más peligrosos del mundo. Seas periodista o no, el riesgo existe. Si te cogen las tropas de Al-Assad no te sirve de nada que lleves un chaleco antibalas o un seguro de vida”.

La guerra de Siria la están cubriendo por una parte los sirios, mediante el denominado periodismo ciudadano, y por otra parte los freelance pues, debido a la peligrosidad del conflicto, los medios de comunicación internacionales no se arriesgan a enviar sus propios equipos. Ante esta situación, el fotógrafo manifiesta su indignación: “Muchos medios de comunicación se niegan a comprar material freelance alegando que no quieren hacerse cargo en caso de que pase algo grave. Los freelance acaban trabajando para agencias de noticias y, al final, los medios compran el material a esas agencias que emplean a los freelance que ellos no han querido contratar directamente. Aquí hay una hipocresía enorme. El periodismo va de capa caída por muchas razones y esta puede ser una de ellas. Si toda la información que nos llega sobre los eventos históricos que suceden cada día en el mundo procede de cuatro filtros, el periodismo se va al carajo. Estamos ofreciendo solo cuatro visiones del mundo”.

Se ha producido un cambio de sentido fundamental para el periodismo de guerra: “Los periodistas cada vez somos más objetivos, y no objetivos como periodistas, sino objetivos militares. Siria ha sido un claro ejemplo, aquí han muerto muchos periodistas”. Guillem recuerda al reportero gráfico francés Remi Ochlik y a la periodista estadounidense Marie Colvin, ambos fallecidos en Siria el 22 de febrero de 2012: “Marie fue un objetivo claro. Estaba haciendo una conexión con Channel 4 cuando retransmitió en directo la muerte de un bebé, y lo vio todo el mundo, incluido Bashar Al-Assad. Se rumorea que él dio la orden de acabar con ella y con el centro de prensa desde donde estaba retransmitiendo”.

Dicen que la humildad es el fundamento de todas las virtudes. Pues bien, humildad es la respuesta de Guillem cuando le preguntamos por la figura del periodista en la cobertura del conflicto sirio: “Últimamente se da mucha importancia a las experiencias de los periodistas. Aunque te pasen cosas jodidas, forma parte de tu trabajo. Tú has ido a buscar una historia y para ello has asumido unos riesgos, y allí el día a día de la gente es evitar los riesgos al máximo. Se ha generado una imagen del periodista, y sobre todo del periodista de guerra, que yo personalmente rechazo, esa imagen de héroe y aventurero”.

La Ruleta Rusa de Siria

La corresponsal de guerra freelance, Mayte Carrasco (http://www.maytecarrasco.com/), recuerda un panorama desolador: “La población civil estaba atrapada como ratas. Las tropas de Al-Assad tenían rodeado un barrio de 6 kilómetros cuadrados en el que caían 500 bombas al día. Teníamos que recorrer las calles a toda velocidad porque, además de las bombas, había francotiradores que disparaban a todo lo que se movía. Había un centenar de muertos diarios.”

Las condiciones de trabajo eran tremendamente difíciles: “Moverse en las zonas liberadas implica un peligro constante porque son bombardeadas día y noche por el ejército de Bashar Al-Assad. Para atravesar la autopista principal (que va de Homs a Damasco), tomada por las tropas de Al-Assad, teníamos que disfrazarnos. Siempre he llevado hiyab para pasar desapercibida. Escondidos constantemente en casas de la resistencia y viajando camuflados, por ejemplo, en furgonetas de reparto del pan, así hacíamos nuestro trabajo”.

El periodista en Siria corre el mismo riesgo que la población local, que está expuesta a morir independientemente de su edad, sexo o religión. Según explica Mayte Carrasco “el riesgo es el mismo porque las bombas caen de manera aleatoria en cualquier momento del día y en cualquier lugar. Cuando murieron Marie y Remi, ella era una periodista muy experimentada, con un salario, y Remi era freelance, y no importó. Es la lotería y la Ruleta Rusa de Siria”.

No existe diferencia entre ser hombre o mujer en la cobertura de un conflicto de este tipo. Si bien la mujer goza de una ventaja, el acceso a entrevistas con mujeres, algo inaccesible para un hombre periodista en el mundo árabe. “En Siria dormía con las mujeres y pasaba mucho tiempo con ellas y con los niños, lo que me daba ocasión de conocer otro punto de vista de la revolución, pues las mujeres revolucionarias sirias tenían mucho que decir”, explica la reportera.

“Los freelance tenemos que sobrevivir allí, sobre el terreno, esquivando balas y bombas pero, cuando regresas, tienes que luchar porque los medios te paguen en condiciones”. En esta línea, Mayte destaca la importancia de la creación de un marco legal en España en el que los profesionales de la comunicación puedan defenderse y exigir el establecimiento de unas tarifas mínimas.

Sobre la influencia del periodismo ciudadano en el reporterismo de guerra freelance, consciente del gran trabajo que están llevando a cabo los ciberactivistas en Siria, Mayte está convencida de que la gente sabe distinguir entre el periodista, que cuenta la historia, y el ciberactivista, que cuenta una parte de la misma, y afirma: “El periodista ciudadano no existe, como dice Rosa María Calaf (periodista y ex corresponsal de RTVE), cuando vamos a un hospital pedimos un médico y no un médico ciudadano. En el periodismo debemos exigir que la información venga de un periodista, porque es un profesional que se ha formado y que tiene un compromiso con la ciudadanía para recabar información y transmitirla a la opinión pública de forma veraz, honesta y contrastada”.

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