En el transcurso del siglo pasado, la apariencia ha ido adquiriendo especial importancia en el seno de la sociedad. Mujeres más o menos altas, con curvas pronunciadas o sin ellas, extremadamente delgadas o de cuerpos atléticos, de tez pálida o broceada. Todas ellas han sido el modelo de belleza a seguir en un momento y sociedad determinados. De igual manera sucede con los hombres, en los que actualmente imperan prototipos como los ‘hípster’, fofisanos, normcores, lambersexual o ‘muppies’.
Lucía Gómez, una de las alumnas participantes en este coloquio, ha querido remarcar que “los ideales de belleza están en constante cambio y varían según la parte del mundo en la que nos encontremos”. Así lo experimentó Esther Honig, una periodista estadounidense que envió una imagen suya a profesionales de la fotografía de distintas zonas geográficas pidiendo que la “hiciesen bonita”. Como resultado, recibió 25 imágenes completamente diferentes entre sí, que respondían a los cánones de belleza que tienen preponderancia en cada uno de esos países.
La belleza ha alcanzado mayor relevancia, sobre todo en la mitad occidental del planeta, gracias a las campañas publicitarias y al mundo de la moda. No obstante, este excesivo culto que se le rinde a la apariencia física ha traído consigo situaciones problemáticas. Para Julen, otro de los ponentes en este coloquio, “la publicidad, más que productos, vende valores; nos dice quiénes somos y quiénes debemos ser”. En la misma línea se mueve la psicóloga británica Susi Orbach, para quien “el estereotipo de belleza es una esclavitud”. Según ella, en algunas ocasiones “la publicidad deshumaniza a la persona”. Una situación así denunció la actriz española Inma Cuesta, después de que en El Periódico de Cataluña apareciese una imagen suya excesivamente retocada.
Además, los problemas que puede ocasionar la excesiva importancia que se le otorga a la belleza en la sociedad actual van más allá del ámbito meramente estético. En las últimas cinco décadas, han aumentado exponencialmente los casos de trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia, la bulimia o la vigorexia hasta tal punto que alrededor del 5% de los adolescentes españoles, en su mayoría mujeres, sufren alguno de estos trastornos. En este aspecto también ha tenido que ver la moda de principios de siglo, caracterizada por una delgadez extrema como modelo a seguir. Una situación física que no siempre se corresponde con la realidad, merced a los retoques informáticos. “Ni siquiera ellos mismos se parecen a sí mismos”, concluye en este aspecto Susi Orbach.
La población española parece no seguir con exactitud estos cánones de belleza. Pedro Espinosa, también alumno participante en este coloquio, transmitió los datos que obtuvo tras entrevistar a diversas personas en un punto transitado de Madrid. “Tanto hombres y mujeres tienen un ideal de cuerpo natural, deportista y equilibrado”. Sin embargo, “el 61% de los encuestados sí cambiaría alguna parte de su cuerpo”. Además, también existen otras contradicciones que ha destacado Pedro Espinosa. “Aunque la mayoría prefiere cuerpos naturales, reconocen que sacrifican tiempo diario en cuidar su imagen, y no solamente por motivos de salud y satisfacción personal, sino también por valoración social”. En definitiva, los cánones que nos marca la belleza no los hay en la calle, que se decanta más por modelos naturales que por los prototipos que intenta vender la publicidad.