El cierre se hizo efectivo exponiendo razones como el mal estado de la arboleda del campo, el deterioro de las vallas y las cintas limitadoras del campo de rugby y de las zonas de los barracones, o la inexistencia de carteles de advertencia o la prohibición de las zonas de riesgo, según el informe del técnico de Prevención.
“Resulta incomprensible cómo después de toda la temporada y no antes, se preocupan por el estado del campo”, declara Pablo Cardo Fernández, capitán del equipo de rugby de la Facultad de Ciencias de la Información, quien afirma, además, no comprender que éstas medidas se tomasen sin ofrecer a los jugadores ningún tipo de alternativa.
El mal estado de los árboles del campo, una de las razones principales para la efectuación del cierre, se debe a una colonización de hongos de debilidad que, según el informe escrito al respecto, “es consecuencia del estado general de debilidad en el que se encuentran”.
Cardo Fernández, tilda de “vergonzoso” el hecho de “jugar entre litronas rotas y pozos de fango”, así como que la razón fundamental atribuida para el cierre sea la agrupación de hongos descritos en el informe. Su compañero de equipo, Antonio Alhama Riego, establece afirmaciones en esta misma línea, pues considera que “el Cantarranas está entre lo peor que se puede encontrar en la Universidad”, destacando problemas como la poca constancia y presión del agua caliente en las duchas de los vestuarios.
“Desde el equipo solo podemos acatar las actuaciones y medidas que los profesionales de Prevención imponen”, apunta Alhama, “pero siempre han de ofrecerse alternativas para practicar este deporte tan discriminado”, concluye al respecto el jugador de rugby.
En torno a la idea de la práctica de este deporte, Cardo establece que el equipo de la Facultad de Ciencias de la Información ha sido de los pocos que ha seguido entrenando tras la temporada, viéndose obligados a desplazar su lugar de entrenamiento a un parque público. “Cada entrenamiento es importante”, añade al respecto Alhama, quien afirma que el anuncio del cierre fue “especialmente decepcionante”, sobre todo por “no mejorar la instalación, sino para resolver una serie de peligros”, lo que a su juicio representa una gran dejadez por parte del equipo del rectorado.
Ambos jugadores de rugby coinciden en que el festival del DCODE tiene influencia en esta situación, pues según Alhama “trastoca y perjudica las condiciones en las que se entrena”. Además, Cardo, el capitán del equipo de Ciencias de la Información, establece que “quizás el DCODE tenga algo que ver”, a la hora de tratar de explicar el porqué de que no se tomaran las pertinentes medidas antes de la temporada.
“No solo no se ayuda, sino que parece que se ponen trabas para jugar”, continúa Cardo, que recalca que “se avisó del cierre al equipo cuando éste ya se había efectuado”, quedando como una de las pocas alternativas el alquilar un campo de rugby de la Complutense, cuyo precio, según Cardo, es de 120 euros en Paraninfo.
Antonio Alhama apunta, a su vez, que “la voz de los equipos ha sido completamente desoída”, además de señalar que los equipos no recibieron información ni explicaciones con respecto al cierre. “Esto es una constante que perjudica a un deporte que tiene mucho que aportar al entorno universitario”, finaliza.
Son éstas las impresiones de los afectados, y en concreto de los estudiantes, ante un problema que demuestra cómo afecta a los deportes que en España no reciban la misma acogida que en sus países de origen.