El columnismo tiene una perspectiva histórica, la culminación de toda una carrera periodística, la firma de un autor con canas en su pluma, porque hace falta tiempo para tener algo que contar, y contarlo. Umbral, la efeméride que escribía como hablaba, decía que este género estrechaba migas con la política y la poesía, y desde luego grandes columnistas como Almudena Grandes o Manuel Alcántara se despiertan y, junto con el café de la mañana, empiezan a seleccionar entre tantos temas que darán voz a su próxima columna, un estilo de vida que recuerda a como lo hacía Lope de Vega con sus sonetos.
Y aunque son muchos los escritores que aportan la belleza del lenguaje a esta forma española de hacer periodismo, otros profesionales como Teodoro León Gross, doctor en Periodismo por la Universidad de Málaga, no consideran a la columna un género literario. Permite esa libertad, “un recurso literario que no llega a convertirse en la propia literatura”, dice el doctor. Incluso la definen como un viaje, o microcuento, “donde el lector aceptaría a la invitación de la reflexión”, dice Espido Freire, periodista y escritora. La posibilidad de ensayar, para Antonio Lucas, “su recinto íntimo de emociones privadas”. La moderadora, Elena Gómez, lanzó la pregunta: “¿Existe alguna diferencia si la palabra la toma un hombre o una mujer?”. No se habló de sexismo, sino para elogiar las virtudes y cualidades de la mujer, como más susceptible ante algunos temas que más le afectan, como la violencia de género.
A esta cita no sólo acudieron autores españoles, la lengua hispánica y su historia también se aborda desde el norteamericano William Sherzer, autor de varios libros sobre este ámbito, o el francés Jean Pierre Castellani, conocedor de la obra de Umbral. Del columnismo deportivo se habló menos, pero la sala estaba más llena. John Carlin se definió como un periodista “aficionado” al deporte, en comparación con quien le acompañaban: Luis Villarejo, Juanma Trueba y Roberto Palomar, que dentro de poco acudirá a los juzgados por la demanda de Mourinho, a quien le acusó de ser “la típica persona que provoca un atropello y se da a la fuga”. Al margen de opiniones variadas, todos coincidieron en que la infravaloración del periodismo deportivo debería erradicarse, pues contiene toda la estructura y metáfora que precisa.
Los estudiantes que acudieron mañana y tarde durante los dos días del Congreso, realizaron un pequeño examen para corroborar su asistencia y conseguir además 1,5 créditos de libre elección. Se perdieron clase a cambio de testimonios sobre el ejercicio periodístico por parte de auténticos profesionales. Y todo esto gratis, algo más valioso ahora más que nunca, si nos fijamos en el precio de lo que cuesta la educación universitaria.