Diversas opiniones han surgido esta mañana con respecto al reportaje publicado por EL MUNDO que descubría la existencia de 250 cadáveres amontonados, sin ningún tipo de control o higiene por parte del departamento de Anatomía y Embriología Humana II de la facultad de Medicina de la Complutense. Según han informado fuentes de la universidad a EFE, se ha abierto un expediente informativo para que la facultad explique las causas que han llevado a esta situación, de la que el Rectorado no tenía constancia. Por su parte, la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid no ha querido tomar cartas en el asunto alegando la autonomía que tienen las universidades en estas cuestiones. Los cadáveres pertenecen a personas fallecidas que donaron sus cuerpos a la ciencia de manera desinteresada.
A pesar de las declaraciones de los sindicatos que aseguran los riesgos sanitarios que conllevan el estado en el que se encuentran los cuerpos, José Ramón Mérida, director del departamento de Anatomía y Embriología, ha afirmado que no existe ningún peligro para la salud de los trabajadores y estudiantes. También ha reconocido que los cadáveres que se encuentran en su departamento podrían llevar acumulados hasta cinco años. Sin embargo, Francisco Sánchez del Campo, catedrático de Histología y Anatomía de la Universidad Miguel Hernández (Alicante) y alumnos de la facultad implicada aseguran que los cadáveres deben ser incinerados pasados dos años, aunque admiten que el tiempo de utilización de los cuerpos puede variar si se emplean en cirugía.
Asimismo, José Ramón Mérida ha explicado a El Mundo que este problema con los cuerpos se debe a las complicaciones que han surgido en los últimos meses con el horno de la facultad, y que impiden deshacerse de los restos cadavéricos. El problema surgió cuando Samuel, el operario encargado de manejar el horno –que al alcanzar los 700 grados centígrados precisa de un conocimiento preciso y especializado para su manejo- se prejubiló en diciembre dejando su plaza libre. A pesar de los esfuerzos por parte de los directivos de la facultad por ocupar de nuevo esa plaza, que supondría un ascenso y subida de categoría, ninguno de los operarios ha querido hacerse cargo de ella. Además, los sindicatos insisten que el mencionado horno emite gases contaminantes que podrían ser peligrosos. Aunque solo 20 funcionarios tienen acceso a estos sótanos, los estudiantes pueden pasar por ellos sin ninguna restricción.
En unas últimas declaraciones, Mérida ha asegurado tener toda la situación bajo control. El trabajador prejubilado empleará sus 40 días anuales de trabajo en la cremación de los restos, y los que sobren serán trasladados a otros hornos para ser incinerados.
Los estudiantes, sin embargo, afirman que los medios han tratado la noticia de manera exagerada con respecto a lo que está sucediendo en realidad. “El olor no es tanto como dicen” declara una alumna de Medicina, tras aclarar no ser consciente de lo ocurrido hasta la publicación de la noticia esta mañana. “Los cadáveres se conservan en buenas condiciones, de ser como se ha afirmado el cambio habría sido mucho más progresivo, y no tan repentino como ha sido” añade indignada por los datos desproporcionados que se han ido publicando a lo largo del día.