Aguirre ha puesto el foco en la relación de la alimentación con el sistema cognitivo. En los casos de falta de concentración, dislexia, hiperactividad o ausentismo, más allá de la toma de ciertos fármacos o de la adopción de determinadas terapias, a menudo se pasa por alto la alimentación. A nivel cognitivo, una persona nace con una cierta capacidad intelectual, lo que se conoce como coeficiente intelectual, que viene marcado por nacimiento. “Para que funcione bien el cerebro hay que sacarle provecho y hacer lo posible para que decodifique bien los mensajes que entran por la vía auditiva y visual”, explica Aguirre.
“Hay que empezar a concienciarse en la importancia del daño que hace el azúcar”, advierte la bióloga a los asistentes de la charla, refiriéndose al peligro que supone el azúcar y su consumo en exceso. Aguirre pone como ejemplo los cumpleaños infantiles donde un niño puede llegar a tomar unos 119 gramos de azúcar cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un máximo de 25 gramos al día.
En el caso de los adolescentes, Aguirre hace alusión a los refrescos, ya que una bebida de cola de contiene alrededor de 35 gramos de azúcares, lo que también sobrepasa el nivel de consumo máximo al día. En cuanto al alcohol, el azúcar que contienen las bebidas alcohólicas llega a las venas directamente, lo que produce el ‘subidón’ de energía que puede traducirse en un comportamiento hiperactivo.
Actualmente gran cantidad de los productos con carbohidratos y azúcares están refinados. Este tipo de azúcar alcanza altos niveles en la sangre, lo que produce una sensación de bienestar, pero se trata de una situación pasajera. En el momento que bajan, el cuerpo experimenta una sensación de fatiga y el nivel de concentración disminuye.
La diferencia es marcada con alimentos integrales. Éstos descargan la energía lentamente y el proceso de absorción de los nutrientes y de digestión es más largo porque la energía se dosifica. Aguirre explica que “con un buen desayuno integral no tendrás hambre a media mañana, evitarás picar para el almuerzo y no te entrarán ‘pájaras’ de frío o cansancio”.
Pero la doctora también entiende que para perfiles como el de un adolescente o un estudiante es difícil mantener dietas muy estrictas y que la elaboración de un arroz o una pasta integral es una tarea laboriosa y que requiere tiempo. Según ha explicado a Infoactualidad: “Hay que ajustarse a la realidad en la que vivimos y lo importante es la moderación en cuanto a la alimentación”. Asimismo, ha añadido que en los días en los que un estudiante coma en la facultad no hay ningún inconveniente en que tome arroz o pasta, pero que se puede compensar “dejando el postre o no comiendo todas las patatas que acompañan a la carne”.