El equipo científico analizó un total de 934 risas procedentes de 50 personas, 30 con depresión y 20 sanos. Para analizar las huellas de la risa, los investigadores examinaron las espiraciones en las que los individuos emitían cada `ja´, conocido como plosivo, y que se repite cada 210 milisegundos. El estudio contó con la participación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), el Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón y el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud.
Información de la risa
De los cinco primeros plosivos de cada episodio de risa, los investigadores extrajeron los valores de diez variables, como la duración, frecuencia o resonancias acústicas. “La idea es medir la cantidad de información que contiene una carcajada y todo lo que podemos afirmar es que esa cantidad de información está asociada entre la primera y la quinta carcajada”, según explica a Infoactualidad Rafael Lahoz-Beltra, investigador del departamento de Matemática Aplicada de la UCM y uno de los autores del trabajo.
De esta forma, en un sujeto sano, las entropías (el orden de una señal acústica) de la primera y la quinta carcajadas o son las dos altas o son las dos bajas. Cuando esto no es así, es posible padecer depresión, por ejemplo si la entropía es muy baja o casi nula en la quinta carcajada.
Para llegar a este hallazgo aplicaron la teoría del árbol, diseñada por los servicios informáticos de la UCM. Se trata de un método estadístico en el que a partir de unas ramas se va siguiendo un cierto razonamiento estadístico que revela si el sujeto padece o no depresión y con qué probabilidad.
Un paso adelante en la medicina
El descubrimiento abre la puerta a que el análisis de la risa pueda convertirse en una técnica complementaria para diagnosticar esta enfermedad mental. “La sociedad ya ha cambiado lo suficiente para aceptar la eHealth, la medicina en la nube. Podríamos desarrollar una aplicación que desde un Smartphone o Tablet envíe la risa de un sujeto para su análisis”, afirma Lahoz-Beltra, quien añade que aun así trasladar la investigación realizada en un laboratorio a un producto requiere tiempo y dinero.
Los científicos de la UCM ya están trabajando para aplicar en la risa una de las técnicas más populares de la inteligencia artificial: las redes neuronales artificiales, con lo que se podrá saber de dónde nace el problema y cómo se puede solucionar.