La Organización Mundial de la Salud refleja, en su artículo publicado en el año 2002 “Perspectivas de la Medicina tradicional: necesidades crecientes y potenciales”, la posible desconfianza que está generando lentamente la medicina tradicional a favor de otras terapias alternativas, y afirma que “muchos elementos de la medicina tradicional son beneficiosos y otros nocivos, razón por la cual proponemos un estudio crítico y sin prejuicios”. La propia Organización expone datos tan sorprendentes como que, durante el año 1997, el 42.1% de la población estadounidense utilizó terapias alternativas.
Nuestro objetivo, en el siguiente artículo y en próximos números, es comunicar e informar sobre el tema y acercar al lector, de forma periódica, al conocimiento de algunas de estas terapias alternativas para que él mismo pueda reflexionar si “la medicina científica ha desarrollado el conocimiento de la enfermedad pero ha descuidado el desarrollo de una relación médico-paciente que valore y comprenda al enfermo como persona en su singularidad”, tal como exponen los doctores Franco y Pecci del Servicio de Salud Mental de la Facultad de Medicina de Buenos Aires como hipótesis de trabajo en su artículo “La relación médico-paciente, la medicina científica y las terapias alternativas”. En contraste con esta idea y según la Dra. Donoso Sanz, especialista en Pediatría y Magíster en Bioética, “una adecuada relación médico-paciente, basada en una buena información y una adecuada confianza, es fundamental e imprescindible en la medicina tradicional. Utilizar terapias alternativas para suplir una mala relación médico-paciente, no solo es un error sino que, además, es peligroso por las consecuencias que podría conllevar, y solo se puede solucionar formando de una manera continuada y concienciando a los profesionales”.
Evidencia científica y humanidad en la relación médico paciente.
Parece importante, por tanto, no mezclar la elección de unas u otras terapias con la relación que el profesional de la salud debe establecer con su paciente. En una actividad profesional con problemas tan sensibles como la salud de las personas es necesario mantener un alto grado de responsabilidad, tanto desde el punto de vista del uso de la medicina tradicional como con las alternativas. “Valorar al paciente en su globalidad, con sus valores y sus creencias es imprescindible, y siempre en el contexto de una buena comunicación, buscando el mayor bien para el paciente. Que la solución venga desde el uso de la medicina tradicional o la medicina alternativa es adecuado siempre que se dé una solución real a los problemas, sin crear falsas esperanzas ni exponerse a riesgos injustificables”. Son palabras de la Dra. Donoso Sanz, que defiende la necesidad de estudios amplios con metodologías correctas y estrictas para poder afirmar la eficacia de determinados tratamientos de terapias alternativas y nunca basarse en la experiencia puntual y aislada de un profesional ante un determinado tratamiento. “Si de algo tiene que sentirse orgullosa la medicina tradicional es de su metodología científica a la hora de aplicar cualquier terapia. Me preocupa que determinadas medicinas alternativas den falsas esperanzas en la solución de sus problemas. Por ello, creo que si realmente este tipo de medicina puede dar soluciones, han de hacer estudios que lo demuestren con una metodolología en la investigación correcta desde el punto de vista ético y desde el punto de vista científico”.
La Dra. Donaire está especializada en Medicina Familiar y Comunitaria y es experta en Nutrición, pero desde hace años ejerce la terapia alternativa denominada Biorresonancia, con fundamentos en la física cuántica, y por tanto combina ambas medicinas sin desechar ninguna de las dos. “Trabajando en ambos campos terapéuticos no me posiciono exclusivamente en ninguno de ellos, sino que creo que deben actuar conjuntamente. Así podemos llamar a la medicina alternativa (denominada así cuando actúa sola) medicina complementaria cuando interactúa con la medicina convencional”.
Es indudable que el terapeuta en general tiene la responsabilidad de atender y entender al paciente en su globalidad, con sus peculiaridades y su perfil determinado, consiguiendo su confianza para poder aconsejarle sobre la conveniencia o no de otro tipo de terapias. La educación médica tiene que incrementar la importancia de la relación médico-paciente, que es la queja de muchos enfermos ante la medicina tradicional. Informarse, conocer, llevar a cabo un estudio crítico y sin prejuicios sobre las diferentes terapias es obligación de todos. A partir de ahí tender a lo tradicional, alternativo o quizá complementario es ya decisión de cada uno.