La misión LISA Pathfinder ha despegado con éxito, a la 1:04, hora local (05:04 en España) de este jueves. El cohete Vega ha despegado con la nave, de unos 2000 kilos de peso, tres metros de diámetro y dos de altura. En la parte delantera de la nave lleva un artefacto de más de 400 millones de euros de inversión que ofrecerá a la ciencia una nueva perspectiva con la que observar el cosmos.
“Ya no se trata de utilizar las ondas electromagnéticas para mirar al universo como hasta ahora, se trata de algo que nunca hemos podido utilizar, completamente nuevo, es como si hasta ahora tuviésemos cine mudo y fuésemos a ponerle sonido a las películas”, explicó Álvaro Giménez, director científico de la ESA, tras el lanzamiento.
Hace ya más de un siglo, Albert Einstein describió en su teoría sobre la relatividad la existencia de las ondas gravitacionales. Algunos de los eventos más impactantes del universo, como lo agujeros negros o las supernovas, serían capaces de sacudir el espacio-tiempo y producir ondulaciones en su tejido. La posterior investigación de otros científicos ha demostrado que deberían existir estas ondas que, hasta ahora, ha sido imposible detectar.
Algunos experimentos anteriores como LIGO, en Estados Unidos, o EPTA, en Europa, han estado muy cerca de capturar estas ondas. En cualquier caso, según Fabio Fava, director de la Oficina del Programa de Coordinación de la ESA, la información que detectaron estos experimentos será complementaria a la que aporte LISA.
Algo más de dos horas después del lanzamiento, el artefacto se encontraba ya a salvo y camino de su destino, en el primer punto de Lagrange, ubicado a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra. Allí se anula el efecto de la gravedad del Sol y ‘el planeta azul’. Aun así, el proyecto no llegará antes de 2034 a su objetivo final.
La sonda lanzada esta madrugada contiene dos cubos de oro y platino de 4,5 centímetros y dos kilos de peso cada uno. Entre ambos cubos se mantendrá una distancia de 38 centímetros donde viajará un rayo láser que los mantendrá siempre a idéntica distancia.
“Lo más impresionante es que tienes estos cubos, flotando dentro de una sonda de tres metros por dos, que está haciendo continuamente correcciones para que los cubos se mantengan estables en la misma posición respecto al otro con una precisión del orden de un átomo”, explica Miquel Nofrarias, investigador del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC-IEEC) de Barcelona y representante en Kourou del equipo de este centro que lleva años trabajando enen este proyecto.
LISA Pathfinder alcanzará si órbita definitiva a mediados de febrero y, si todo marcha según lo previsto, los experimentos darán comienzo en marzo y se alargarán como mínimo seis meses.