La Talidomida fue un medicamento vendido entre la década de los cincuenta y principios de los años sesenta para aliviar las molestias del embarazo por los laboratorios alemanes Grünenthal. Conocida comúnmente como “el fármaco maldito”, provocó malformaciones en miles de bebés, los cuales hoy son ya adultos y reclaman los daños ocasionados.
Después de años de insistencia para hacer justicia a esta negligencia por parte de la farmacéutica, el proceso judicial continúa en curso. Hace más de un mes desde que la Fiscalía General del Estado decidiera intervenir en el recurso presentado y en las demandas futuras de los afectados por la Talidomida. Sin embargo, aún falta saber la respuesta al recurso y si el Tribunal Supremo va a aceptar o no la participación de la Fiscalía.
En un principio, la Audiencia Provincial de Madrid desestimó el primer recurso de la Asociación de Víctimas de la Talidomida (Avite), el pasado octubre. La Audiencia consideró que el delito había prescrito, por lo que sentenció a favor de la farmacéutica productora del medicamento y retiró la indemnización. Los laboratorios alemanes Grünenthal habían defendido que había transcurrido demasiado tiempo desde los hechos hasta la demanda: 50 años. Por lo que recurrió la sentencia que concedía a Avite 204 millones de euros de indemnización por los daños causados, compensación autorizada por un juzgado de primera instancia de Madrid.
La Talidomida fue un fármaco distribuido mundialmente entre los años 1958 y 1963 con carácter sedante e hipnótico para calmar la ansiedad, el insomnio y las náuseas de las mujeres embarazadas. Se vendió en 50 países de hasta cinco continentes por una multinacional de laboratorios alemanes: ‘Chemie Grünental’, exceptuando países como Estados Unidos. En éste último, la Agencia del Medicamento (FDA) decidió no aceptar la Talidomida hasta saber más datos sobre su fiabilidad. Poco después, los efectos secundarios comenzaron a hacerse patentes: malformaciones congénitas y muertes prematuras (con probabilidad de un 40%).
Cuatro años después de que la Talidomida fuera puesta en el mercado, en 1961, un pediatra alemán llamado Widukind Lenz se percató de la relación entre ésta y las malformaciones en brazos y antebrazos, así como los daños ocasionados en algunos órganos vitales internos. Su retirada del mercado fue inmediata en todos los países que la distribuían, excepto en España, donde fue apartada del mercado dos años después.
En el mundo se contabilizaron más de 20.000 bebés mutilados de los que 3000 eran españoles, según Avite, aunque es muy difícil concretar una cifra. También, la doctora María Luisa Fernández Frías (directora del Centro de Investigación sobre Anomalías Congénitas, CIAC) apuntó en la revista ‘Medicina Clínica´ que hay que tener en cuenta otros aspectos antes de establecer una relación de causa-efecto. No todos los bebés desarrollaron las malformaciones necesariamente por acción del fármaco, sino que también habría que examinar la herencia genética, entre otros elementos, ya que entre el 3 y el 6% de personas corren el riesgo de que sus hijos nazcan con defectos congénitos. De hecho, no todas las mujeres que tomaron Talidomida dieron a luz niños afectados, ya que después de una ingesta posterior a los 48-49 días no se produjeron daños en el feto.
Efectiva contra el cáncer y la lepra
Hace cinco años, en 2010, científicos japoneses del Instituto de Tecnología de Tokio descubrieron las razones por las que la Talidomida era perjudicial para los bebes de las embarazadas que la ingirieron. El trabajo fue dirigido por el investigador Hiroshi Handa y publicado en la revista ‘Science’. Se observó que al inyectar Talidomida a peces cebra y pollos, éstos nacían sin extremidades debido a que el medicamento daña la actividad enzimática de una proteína llamada “cereblon”, indispensable para el desarrollo de aletas y alas. Más tarde, cuando los investigadores aplicaron la Talidomida a una forma insensible de la proteína, los efectos fueron suprimidos y los animales se desarrollaron con normalidad.
Actualmente, el fármaco disfruta de una segunda juventud. Durante los últimos 40 años se han encontrado en él diferentes propiedades que la OMS considera aplicables para el tratamiento de otras enfermedades como la lepra, el síndrome de Behçet (enfermedad reumática crónica) o un cáncer sanguíneo conocido como “mieloma múltiple”. En Avite también están de acuerdo mientras “se administre con un control estricto”, ya que se ha reintroducido con una advertencia expresa de peligro para las embarazadas.
Un antes y un después
Por otro lado, esta vivencia sirvió para hacer conscientes a los profesionales de la medicina de que no era tan complicado afectar a la placenta durante el embarazo. Por ello, se cambió totalmente el uso de medicamentos durante la gestación, siendo mucho más cuidadosos a la hora de prescribirlos. Además, se formalizó el estudio de las anomalías congénitas y se revisaron las normativas de comercialización de las medicinas para una mayor precisión.
Esta medicina “marcó un antes y un después en la seguridad farmacológica de la población”, como explica José Martínez López, médico de familia murciano y autor de la Carta abierta a los laboratorios Grünenthal a favor de las víctimas de la Talidomida, que firmaron otros siete colegas más hace tres meses. Los médicos también expresaron su decepción por la manera de actuar de los laboratorios alemanes, por lo cual y hasta que no se solucione la situación manifestaron: “a muchos de nosotros nos costará más de lo habitual prescribir sus productos teniendo en cuenta que otros laboratorios ofrecen alternativas idénticas”.
Mientras tanto, la vida sigue y el problema continúa sin solucionarse. Lo que si está claro es que la fuerza de superación de estos enfermos ha sido un gran empujón para la medicina de las malformaciones congénitas. De hecho, así resumía Magdalena, una afectada y portavoz de Avite, su día a día: “Es duro, pero no hemos conocido nada más y desde que nacimos hemos tenido que buscar estrategias para realizar el mayor número de actividades posibles y con la menor ayuda posible ya que no están las 24 horas del día atendiéndonos”.
Sin embargo, la justicia se resiste en España. Los afectados de nuestro país son los únicos que no han sido resarcidos por esta tragedia médica, después de que en España la Talidomida fuera aceptada y comercializada hasta dos años más desde su orden de retirada. Una historia inacabada en la que los delitos prescriben, pero el dolor de las víctimas no.