“En una situación extrema, un individuo no es él mismo, y el policía debe de saberlo, y debe saber cómo actuar”, comienza F.G.D, que ha sido instructor en técnicas de resolución de conflictos en España durante más de diez años. Y es que cada vez son más los agentes que, conscientes de esa necesidad, exigen una formación psicológica adecuada en la resolución de conflictos. “La empatía es fundamental, enseñamos a los agentes que el ciudadano con el que están teniendo un problema podrían ser ellos mismos en otra situación, sin el uniforme”. Para el instructor, los agentes de policía deben tener una capacidad de empatía absoluta, pero a la vez, deben ser distantes en cuanto a sus propios prejuicios o perspectivas de vida. El instructor les enseña que ellos tienen dos `mochilas´, una profesional y otra personal, y que cuando llegan al trabajo tienen que cambiarlas, dejar lo personal en la taquilla, para hacer bien su trabajo.
La instrucción psicológica de los agentes se basa en el `aguante emocional´. Se les enseña a mantener la calma y resistir a situaciones límite todo lo posible con herramientas de control emocional, relajación y control del estrés. El instructor asegura que hay circunstancias en las que la situación supera al policía y este puede reaccionar de manera improcedente.
“Un policía tiene que resolver en cinco minutos lo que un juez puede resolver en cinco meses”
F.G.D asegura que lo fundamental es enseñar a los agentes de policía a conseguir una solución que satisfaga a ambas partes, policía y ciudadano, en el mínimo tiempo posible. Para ello, la empatía debe de ser absoluta y las capacidades de reacción y personalización muy rápidas. “Deben buscar soluciones rápidas a toda clase de conflictos. Un policía tiene que resolver en cinco minutos lo que un juez puede tardar en resolver cinco meses”, comenta. Para F.G.D las materias primas de los agentes son las emociones y el conflicto, y su trabajo es resolver esos conflictos. Así, el primer interesado, para el instructor, en aprender a resolver dichos conflictos siempre va a ser el propio policía.
“La demanda de este tipo de formación personal cada vez es más alta. Tengo a policías que vienen de toda España en su tiempo libre a formarse en esto porque de verdad lo quieren” explica el instructor. Para él, los agentes valoran mucho su imagen y son conscientes de que es muy fácil que esta `pierda puntos´, de ahí que sean los propios agentes los primeros interesados en que esta sea positiva.
Formación a priori, castigo a posteriori
Queda claro que la formación psicológica de un policía le prepara, en teoría, para la resolución adecuada del conflicto, pero ¿qué pasa cuando todo eso falla? Aunque F.G.D asegura que este tipo de formación es muy efectiva y ha cambiado por completo la actuación policial de las últimas décadas, revela que cuando se trata del `después´ aún hay mucho en lo que trabajar. A un policía que ha cometido una infracción se le puede reducir el sueldo o suspender de empleo y sueldo, aparte de abrirle un expediente. Ahora bien, esa instrucción psicológica sin fisuras que se realiza `a priori´, parece desaparecer cuando se trata del `castigo´. ¿Se les rehabilita psicológicamente de alguna manera para que no vuelvan a hacerlo? “No”, responde el psicólogo, “pero es algo que debería hacerse, debería tratar de `recuperarse´ a esos policías que acaban quemados con su trabajo o renuncian a esa formación psicológica a la hora de actuar en algún momento, y no se hace”.
`Pórtate bien o te lleva el policía con él´
Cuando indagamos sobre el origen de la valoración negativa que el ciudadano tiene de la policía, F.G.D opina que se debe a que a la gente “no le gusta que le digan lo que hace mal”. En este sentido, cabe resaltar que pese a este sentimiento que parece generalizado, los últimos barómetros del CIS del año 2014 situaban a esta institución como una de las más valoradas, junto al Ejército y la Guardia Civil. Entonces, ¿qué otros factores entran en juego?
Para el instructor el problema viene de más atrás. “¿Cuántas veces has visto a un niño portándose mal con la madre y esta, al verse desbordada ha visto a un policía y le ha dicho al chaval: `Oye, pórtate bien o te lleva ese señor´? Desde pequeños se nos dice que esos señores están ahí para castigar, no para ayudar”. Así, F.G.D opina que las exigencias psicológicas respecto a los agentes son demasiado elevadas, y la gente debe entenderlo. “Tienen que convertir muchas emociones negativas en positivas para resolver las situaciones a las que se enfrentan”, advierte. Respecto a las ocasiones en las que los policías `pierden el control´, el psicólogo comenta que “aunque la formación sea perfecta, cuando la situación es crítica, las personas responden a la reacción de lucha o huida, eso es algo instintivo, no se puede cambiar, y un policía está entrenado para luchar, no huir”.
Víctimas de la violencia policial
Esta visión optimista de F.G.D sobre la actuación policial choca con las impresiones de Carlos, habitual a estas convocatorias. Aunque está de acuerdo con esas iniciativas instructivas, considera que "si de verdad existen, muchas veces no lo parece". Carlos ha sido testigo de varias cargas, que ha llegado a sufrir en sus propias carnes. Para el joven madrileño cuando "toca cargar, pues cargan, y ahí toda esa empatía, orden y dedicación de la que me hablas, no está por ninguna parte". Él reconoce no haber sufrido ningún altercado grave, pero apunta que “si son policías, da igual que te empujen y te tiren al suelo o que te abran la cabeza, no deberían hacerte nada porque su trabajo es defenderte, no agredirte". Cabe destacar que aunque no hay datos oficiales al respecto de las víctimas de `agresiones policiales' en España, el Consejo de Europa, la institución que agrupa a las democracias europeas con sede en Estrasburgo, censuró en el año 2013 al Gobierno de Mariano Rajoy por la brutalidad de las actuaciones de la policía contra los manifestantes y por la "impunidad" de los policías que maltratan a los ciudadanos.
“Además, esto no es solo cosa de manifestaciones", comenta Carlos. "¿Cuántas veces nos hemos encontrado con situaciones de abuso de poder por parte de la Policía en nuestras vidas? La psicología y la empatía están muy bien, pero cuando tu trabajo es resolver una situación y no encuentras una manera de hacerlo recurres a la herramienta más básica que tiene el ser humano, que es el poder, y de eso ellos tienen más que tú".
Personas, no máquinas
F.G.D opina que la exigencia hacia los agentes es máxima, y que esto genera una tensión psicológica muy difícil de manejar. “Parece que en este trabajo no se perdona nada, un fallo y se acabó, y eso no es justo. Son personas, pueden fallar, por muy bien entrenadas que estén, no son máquinas, tienen emociones, a veces se estresan, a veces la situación les supera”, afirma. El instructor no niega la existencia de casos de violencia policial y defiende que para él y la gente que se dedica a esto son su prioridad. Además, reconoce que al trabajar con personas estas situaciones nunca podrán reducirse a cero, pero su trabajo es “reducir el número al mínimo”. Parece que en un mundo perfecto los policías serían máquinas perfectas, pero hoy por hoy son seres humanos que pueden fallar. La pregunta es, ¿cuál es el precio de sus errores, y cuáles son las consecuencias? ¿Hasta qué punto los casos de abusos policiales pueden considerarse un `fallo´?