Luisa María Botella lleva veinticinco años investigando en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y es además investigadora principal y responsable de un grupo en el Centro de Investigaciones Biológicas sobre enfermedades raras. El proyecto que lidera actualmente realiza un diagnóstico genético de este tipo de enfermedad y la previene cuando se detecta la mutación. Sin diagnóstico, las consecuencias derivarían en hemorragias internas pulmonares, digestivas o cerebrales.
Esta y otras cuestiones preocupan a Luisa y a su equipo de investigación, y por ello se sumarán a la marcha promovida por la Marea Roja de la Ciencia este viernes 26 se septiembre, coincidiendo con `La Noche de los Investigadores´, un encuentro que surgió para reconocer la labor de los científicos en España pero que ha evolucionado hacia un reclamo general por parte de la comunidad científica. “Se pretende llevar la ciencia a la calle y a la sociedad pero hay que mostrar también las precarias condiciones en las que estamos. Somos como una ciudad sitiada en una guerra: o huyes o aguantas como puedas y sin fondos públicos”, manifiesta Luisa.
“¡Sin Ciencia No hay Sanidad!” y “¡Sin ciencia, no hay futuro! son dos de los lemas que marcan esta movilización que pretende denunciar la situación por la que está pasando la Ciencia actualmente. En el comunicado emitido por los convocantes se reconoce el sufrimiento ocasionado por los recortes de los últimos años, que colocan a la Ciencia al borde del colapso tanto en las universidades como en los centros públicos destinados a la investigación. También hacen un llamamiento: “llamamos a la ciudadanía a defender un bien de la sociedad como es la Ciencia, de cuyos frutos se nutre nuestra cultura y nuestro progreso y nos da las herramientas para hacer posibles la defensa de derechos fundamentales de las personas como la Educación, la Sanidad o la Comunicación”.
Desde hace cinco años el apoyo a la investigación ha decrecido en España entre un 36 y un 41%, según Luisa María, quien explica las consecuencias directas de esta reducción: abandono o mantenimiento precario de líneas de investigación, pérdida de personal irreemplazable, y la supresión de convocatoria de plazas para admitir nuevos becarios en los laboratorios. “En uno de mis proyectos, parte del dinero que tenía para comprar reactivos tuve que invertirlo en personal para no quedarme sin técnico de laboratorio hasta el año siguiente, y poder avanzar y cumplir los objetivos marcados”. La solución ante estas situaciones las buscan los propios perjudicados, que tratan de encontrar financiación externa en entidades privadas e interesadas en un proyecto o a través de la organización de actividades que les aporten beneficios como conciertos solidarios o venta de lotería, e incluso el crowdfunding.
Además la situación se agrava cuando las vías de financiación necesitan ser cofinanciadas. Es el caso de los contratos de formación de personal investigador, necesarios para hacer la tesis doctoral, que además de haberse reducido el número de convocatorias, deben ser cofinanciadas por el investigador con el que se está formando el perfil contratado a diferencia de años anteriores cuando el Ministerio competente se encargaba de asumir todos los costes.
Éxodo científico
Según el estudio del Área Europea de Investigación, España ocupa el lugar 22 de los 28 estados miembro en gasto público en investigación. Ante estos datos que aporta el comunicado promovido por la Marea Roja por la Ciencia se expresa Saúl Ares, ayudante doctor en el departamento de Matemáticas de la Universidad Carlos III de Madrid, quien a sus 37 años aun no ha encontrado un trabajo estable, como muchos de su generación. Saúl no considera que se trate de una situación coyuntural motivada por la crisis económica ya que “la cantidad de dinero que se invierte en España en investigación es irrelevante en comparación con los despilfarros actuales. Con tres Cristianos Ronaldo silenciamos la ciencia en un año en este país. Se está dejando morir al sistema científico que había costado sudor y lagrimas levantar en los últimos treinta años por una cantidad de dinero irrelevante”.
Saúl trabajó como investigador seis años en el extranjero, en Alemania, y asegura que a diferencia de España allí disponían de los medios y las condiciones necesarias para llevar a cabo una línea de investigación, y no existían los obstáculos burocráticos que hay aquí y que retrasan la posibilidad de hacer efectivos los proyectos. “El futuro pasa por emigrar hacia lugares que apoyen la investigación”, añade Saúl.
Los amantes de la profesión aseguran que la vocación es lo que les mantiene activos y despiertos, pero que los límites que les ponen llegan a frustrar a la mayoría y acaban siendo abocados al extranjero en busca de un empleo que les garantice cierta estabilidad. “Es triste pero es la realidad”, sentencia Luisa.
Esta tarde a las 19:00h está previsto el inicio de la marcha convocada por el colectivo de la Marea Roja de la Ciencia, que propone además unirse a las movilizaciones y marchas convocadas en otros países del sur de Europa que se iniciarán este mismo día y concluirán el próximo 17 de octubre.